spotify-ruina para los artistas,mina de oro para los dueños

      spotify-ruina para los artistas,mina de oro para los dueños

      «No da un duro, pero al menos da legalidad al usuario y visibilidad al autor». Es la respuesta de los músicos cuando se les pregunta por los beneficios de tener sus canciones en Spotify. La mayoría de las bandas aseguran que el dinero que perciben por las escuchas 'online' es «ridículo», «una miseria», pero también que «es peor no estar que estar» en el 'streaming' legal.

      Al usuario le permite dejar de acudir al pirateo, y las listas de artistas relacionados le descubren un mundo de posibilidades. En principio, todo ventajas. Pero Spotify ha aumentado la publicidad entre canciones, y desde hace un tiempo solo los usuarios de pago tienen acceso ilimitado. Por otro lado, todavía tiene grandes carencias en cuanto a material disponible: de algunos grupos no se puede encontrar toda su discografía por cuestión de diferentes poseedores de derechos, y hay algunos que ni siquiera aparecen porque su sello no tiene acuerdo con esta empresa sueca. También hay artistas que directamente prohíben la cesión de su música a Spotify: es el caso de Coldplay y Tom Waits con 'Mylo Xyloto' y 'Bad as me' (tardaron un tiempo en estar disponibles), Black Keys con su nuevo disco 'El Camino' (sigue sin estarlo), o AC/DC, Pink Floyd o Metallica con absolutamente todo su repertorio.

      Algunos de los artistas mencionados dicen que Spotify no ofrece unas condiciones dignas. «Para nosotros no es rentable -argumentaban los Black Keys-. Spotify tiene mejores acuerdos con las grandes discográficas que con los artistas». En España, la visión de los músicos es muy similar. Aunque todos prefieren permanecer en el sistema de 'streaming', exteriorizan una profunda frustración al respecto debido a lo irrisorio del beneficio que supone: alrededor de los 0,006 euros por reproducción de media (influyen diferentes variables). De este modo, solo los artistas de gran éxito llegan a los 100 euros de ingresos mensuales a través de Spotify. El cantautor pop Álex Ubago lo explicaba así: «Son cantidades irrisorias, ridículas. En la lista de conceptos de lo que cobramos, las cifras procedentes de Spotify a veces son tan pequeñas, con tantos ceros detrás de la coma, que las bases de datos de los ordenadores de la compañía de discos no las reconocen y una parte se queda en el limbo. Creo que ya va siendo hora de que los músicos nos unamos para exigir transparencia con este asunto». Más mordaz se muestra Sr. Chinarro: «Spotify se pone cada vez más de moda, la gente empieza a pagar y hay un montón de publicidad. Algo pagarán a las discográficas, digo yo. Por lo visto ahora es una de sus principales fuentes de ingresos. Aquí me parece que hay alguien que no está diciendo la verdad, que nos está engañando».

      «No compensa»

      Un histórico del pop español, Nacho Campillo (Tam Tam Go), ahora en solitario como Reyno, admite que no sabe «cómo contabilizar lo que me llega del 'streaming', yo creo que no me llega nada. Ni los de la SGAE saben dar explicaciones coherentes. Las distribuidoras pasan del tema, las compañías discográficas pasan del tema, así que los músicos tendríamos que hacer algo para exigir que las cuentas sean transparentes. Hay algo que está mal gestionado, y la gran tajada se la está llevando Spotify. Esto necesita una mejor regulación».

      Spotify apela a la paciencia y mientras tanto va emitiendo buenas noticias, como la implantación en Alemania y Estados Unidos, el lanzamiento de multitud de aplicaciones o la cifra de cuatro millones de usuarios de pago. Además, el viento sopla a su favor: durante los diez primeros meses de 2012, el uso del 'streaming' aumentó un 700% en Inglaterra -país que sirve de indicador de muchas cosas en el mercado de la música-. Pero los beneficios no llegan.

      Según un informe de la web tecnológica Cnet.com, en 2010 Spotify ingresó 97 millones de dólares, pero arrojó un balance negativo de 37 millones. En 2011 los ingresos se dispararon hasta los 244 millones de dólares, pero la pérdida neta también aumentó hasta los 59 millones. Ante estas perspectivas poco prometedoras en el corto plazo, discográficas independientes -que obviamente no gozan de los mismos acuerdos que las multinacionales- como Century Media retiraron todo su catálogo de Spotify, argumentando un «intento de proteger los intereses de sus artistas, cuyos ingresos se ven ampliamente afectados por el servicio». ST Holdings, empresa distribuidora de más de doscientos sellos discográficos, manifestó que estos servicios de música en 'streaming' «vampirizan los beneficios «. Y en España las opiniones entre los sellos independientes auguran más espantadas.

      «Una niebla espesísima»

      Miguel Goñi, de Origami Records, explicaba que «cuando decides que un disco publicado en formato físico empiece a estar disponible en 'streaming', las ventas del CD se paran casi por completo. Además, a las independientes no nos llega prácticamente nada de Spotify. Al final del año, con casi medio millón de reproducciones, lo que me queda a mí son 800 euros. Económicamente no compensa».

      Y cuando llega ese dinerillo, gestionarlo es más un engorro que otra cosa: «Hacer la contabilidad de los ingresos de Spotify es un infierno», dice Pedro Vizcaíno, de Grabaciones en el Mar. «Tienes que ir comprobando reproducción por reproducción, en doscientas hojas de Excel. Conforme salgan más plataformas que aumenten la competición y trabajen de forma más transparente, yo creo que más y más independientes se marcharán de Spotify porque no les compensa».

      El dueño, Juan Santaner, director de la agencia de representación I'm an Artist, dice sentir «vergüenza» cuando ve los ingresos que llegan de Spotify a sus bandas. «Volvemos a algo parecido a lo que ocurrió en la SGAE», opina. «Hay alguien que está repartiendo el dinero generado como le está dando la gana, con falta de transparencia, y encima nosotros le hacemos promoción a Spotify cuando decimos a nuestros seguidores que busquen nuestros discos en sus listas». Y tampoco tiene grandes esperanzas en el futuro de la empresa sueca: «Mi impresión es que no acaba de funcionar, y también creo que más sellos retirarán su catálogo. Sinceramente, temo por su futuro, creo que a lo mejor en unos años ya ni existe», comenta.

      Y en medio de todo este revuelo de polémicas, saltó la noticia: una lista con los diez personajes más ricos de la industria musical británica incluyó a Daniel Ek, fundador de Spotify, con 230 millones de euros amasados (igual que Mick Jagger). Al respecto, el cantautor Lapido afirma, visiblemente ofendido: «Yo hice la cuenta de lo que cobraba de Spotify y es una cosa infinitesimal. De hecho, se paga más al minuto por dejar el coche en un párking que por lo que cobras por todas las escuchas de un mes en Spotify. Y luego ves la lista de los profesionales de la música más ricos del Reino Unido y el dueño de la empresa está entre los primeros. Ese es el truco: les paga una miseria a los músicos y él se queda con la pasta. Lo de siempre».

      «Suscribo las quejas de mis compañeros, yo no tengo ninguna información al respecto y nadie me sabe explicar nada», coincide el ex Pereza Rubén Pozo. «En mi discográfica me dicen que tampoco lo tienen muy claro. Hay una medio niebla, qué digo, una niebla espesísima con este tema. Los de Spotify llevan escudándose en que el proyecto «está empezando» desde hace demasiados años ya... y nosotros estamos un poco empanados con esto».

      Lo mismo opina Santi Balmes, de Love of Lesbian: «Al músico siempre se le ha tomado el pelo, antes las editoriales te sometían con contratos de esclavitud, y ahora pasamos a tener otros dueños. Cuando ves que por dos millones de escuchas en un año te pagan 400 euros a repartir entre cinco, el mosqueo es considerable».

      Una pequeña limosna

      Un músico necesita 50.000, 60.000 o incluso más reproducciones en «streaming « para ingresar lo que ganaría vendiendo sólo un disco en formato físico. El veterano Damon Krukowski , de Galaxie 500, contaba con amargura en un reciente artículo publicado en 'Pitchfork' que su single 'Tugboat', con unas 6.000 reproducciones, les había reportado 1,05 dólares, a repartir entre tres. Pero al final, ningún artista -salvo algunas figuras consagradas, como las mencionados al principio del reportaje- ha decidido salir de Spotify, ni tampoco los sellos, grandes o pequeños. Century Media, por ejemplo, ha terminado volviendo al redil. Y es que aquello de «es peor no estar que estar» significa algo muy evidente: la alternativa real no es que la gente compre, sino que piratee. Aunque Spotify crezca en los próximos años, a los músicos les seguirá tocando resignarse y vivir como una gota más en el vasto océano del 'streaming' a cambio de una pequeña limosna.

      diariosur.es/v/20121226/cultur…uinoso-para-20121226.html
      Sólo añadir que Spotify es música en streaming y, como cual, la canción no es nunca del oyente. Siempre la va a necesitar comprar (o bueno en los peores casos descarga ilegal). Lo que está claro es que si Spotify no existiese dejarían de tener esos ingresos en favor de la música ilegal, cosa que realmente no les interesa. Además, Spotify ya tiene pérdidas, no exigáis algo casi imposible a una empresa con pérdidas. Digo yo, si no estuviera 400 € que dejaríais de ingresar en favor de ingreso casi 0 de la música ilegal. Quejarse está bien si la empresa estuviera haciendo grandes beneficios, pero con una situación de pérdidas lo máximo que se puede elegir es estar o no estar en Spotify. Siempre lo dicho, algo es mejor que nada.

      Una cosa que ha hecho Spotify recientemente como para obligar a que los usuarios se pasen a Premium es dejar de ofrecer el servicio de descargas. Sí, ya no puedes comprar música en Spotify, un chollo que ha dejado de existir (ya ven que les podía llegar a salir a 0,60 € comprando el pack de 100 descargas, algo ínfimo teniendo en cuenta los 0,99 euros y los 1,29 euros que pueden llegar a ganar en iTunes).
      Yo tengo una opinión muy clara y es que los músicos están llamando a la puerta equivocada porque básicamente los que les están estafando son las discográficas que se encargan de sus finanzas y que se están repartiendo el pastel según les interesan a ellos dejándole a los "artistas" lo que a ellas les interesa.

      Además se trata de un postura muy egoísta porque las quejas siempre vienen del mismo sector (los Alejandro Sanz, etc.) que son los más vinculados con la SGAE, olvidándose de cientos de miles de bandas desconocidas a las que Spotify les sirve para darse a conocer al gran público. Porque hay mucha gente (entre la que me incluyo) que ha descubierto la música de bandas desconocidas gracias a Spotify. Pero claro, los de siempre, que son los que más tienen, y que deberían vivir de los conciertos multitudinarios que dan, son los que se quieren quedar con todo. Si no están de acuerdo con las condiciones, que prohíban la cesión de su repertorio a Spotify y santas pascuas. Pero que no lo cedan y luego se quejen. No se puede estar en misa y repicando.

      Desde luego, si la música es cultura, apoyo a Spotify como difusora de la misma.

      Saludos Musicales.
      El problema es que el Señor Spotify pensaba que iba a ser capaz de transmutar escuchas en oro mediante alquimia. La realidad es que, por mucho que a una banda la hayan escuchado 2 millones de veces, eso no ha generado beneficio suficiente para contentar al artista y mantener a la empresa de streaming, por mucha publi que metas, o por un 0,01% de usuarios que hayan picado suscribiéndose al Premium. Spotify ha vivido de su própia burbuja hasta que se demuestra que las ideas de negocio no eran tan buenas. Para mi, Spotify es un escaparate rígido en el que nunca (repito, nunca) encuentras lo que buscas. Navegas, te sugieren, pruebas de aquí y de allá... y lo que es una interesante novedad se acaba marchitando a velocidad de crucero. Ese es mi punto de vista personal como usuario, por supuesto; pero algo me hace pensar que es compartido por bastantes más: perfiles que consumen mucha música y muy especializada.

      De todas formas, las puntocom durante estos últimos años viven constantemente historias paralelas sobre servicios y plataformas universales de audio, video, TV, cine, libros, etc. que empiezan siendo la bomba y se terminan desmoronando. No creo que en Spotify estén para cerrar ya mismo pero si no presentan ninguna revolución, el proceso es irreversible.